Estimadas «mujeres»,
Esta no es una carta académica, ni tiene el objetivo de llegar a conclusiones estrictas o englobar las características del concepto «mujer» en nuestra sociedad y contexto actual. Su objetivo es mucho más modesto, lo que más deseo hacer aquí es construir una narrativa en fragmentos, sobre la manera en que fui comprendiendo el asunto del ser mujer. Esta es una carta incompleta, en proceso, en constante cambio y transformación inevitable.
¿Qué he encontrado en mi tránsito como mujer? Para empezar que «mujer» y «mujeres» son constructos que se pueden problematizar, de-construir y descomponer. Constructos con los que podría o no, identificarme a mi antojo sin sentir culpa, porque para ser honesta aún no logro llegar a ese proceso.
Cuando era niña sentía una conexión especial con las mujeres de mi familia, las mujeres del mundo y de la historia. Entre mujeres me sentía en mi lugar, ahí era donde encontraba un reconocimiento y me encontraba dentro de una comunidad de posibilidades infinitas. Ahí, solo ahí. Observé el tránsito de las mujeres que tenía cerca, su movimiento individual y sus movimientos en colectividad, siempre tan silenciosos y poco visibles a pesar de sus grandes logros. Los éxitos eran celebrados, para ser más clara, en la calidez de la cocina de la abuela, en lo íntimo, entre mujeres, entre nosotras celebrábamos el tránsito de la otra y el propio. Algo similar sucedía cuando alguna de nosotras pasaba por una situación difícil, una enfermedad, una agresión… ¡Y miren que sufrimos fuertes agresiones!, cada una por separado o en grupo. Agresiones que todavía me duelen en cuerpo, me duelen en el espíritu, me duelen en todo, hasta en el mundo.
Lo que interpreté de aquellas experiencias devino en la noción de una red, una red que acompañaba, posibilitaba y enriquecía el tránsito y el movimiento de las mujeres. En mi mente comprendí esa red como un asunto infinito, como una construcción fundada durante la antigüedad y conectada hasta nuestros días a través los breves o prolongados espacios colectividad y comunidad creados por las mujeres. Esta perspectiva me hacía sentir feliz, satisfecha de sentirme unida infinitamente a una red de movimiento y lucha, sin embargo quedaban huecos en mi proceso.
De los que puedo identificar ahora, son los siguientes: los asuntos de las mujeres: fuerza, logros, tristezas, enojos, agresiones y más; debían ir más allá de los espacios de lo íntimo y que las redes que ella puede crear no tienen por qué limitarse a la diferencia sexual. Yo no estoy radicalmente peleada con el término mujer, ni con el término hombre, respeto y celebro que cada persona pueda reconocerse a sí misma dentro de alguno de estos dos términos si así lo desea, pero no me agradó que al nacer pensaran que yo era mujer y que eso debían decirme día con día, que debiera hacer las cosas de mujer y que todo tratara de encapsularme en esa particular forma de ser, la cual además está permeada por la desigualdad y la violencia. Creo que la dicotomía entre los constructos de mujer y hombre alimentan un antagonismo que lastima y enriquece esta desigualdad y esta violencia. A la vez que me parece una limitación no celebrar las redes, las luchas y la creación de comunidad entre mujeres, porque estás han logrado ya mucho en este mundo aún desigual y violento. El proyecto Tránsitos es a la vez un homenaje a las redes de mujeres tanto como una crítica a todo aquello que las hacen tan necesarias , para este proyecto estoy invitado a todas las mujeres a responder a esta carta para formar un archivo de biografías y a participar en la performance a realizarse el próximo 10 de septiembre del 2015 como parte de las actividades del Festival Internacional de Arte Acción Mujeres en Ruta en Querétaro, Querétaro. Quedan todas invitadas.
Enteramente,
Melissa García Aguirre
2 de septiembre del 2015
Esta no es una carta académica, ni tiene el objetivo de llegar a conclusiones estrictas o englobar las características del concepto «mujer» en nuestra sociedad y contexto actual. Su objetivo es mucho más modesto, lo que más deseo hacer aquí es construir una narrativa en fragmentos, sobre la manera en que fui comprendiendo el asunto del ser mujer. Esta es una carta incompleta, en proceso, en constante cambio y transformación inevitable.
¿Qué he encontrado en mi tránsito como mujer? Para empezar que «mujer» y «mujeres» son constructos que se pueden problematizar, de-construir y descomponer. Constructos con los que podría o no, identificarme a mi antojo sin sentir culpa, porque para ser honesta aún no logro llegar a ese proceso.
Cuando era niña sentía una conexión especial con las mujeres de mi familia, las mujeres del mundo y de la historia. Entre mujeres me sentía en mi lugar, ahí era donde encontraba un reconocimiento y me encontraba dentro de una comunidad de posibilidades infinitas. Ahí, solo ahí. Observé el tránsito de las mujeres que tenía cerca, su movimiento individual y sus movimientos en colectividad, siempre tan silenciosos y poco visibles a pesar de sus grandes logros. Los éxitos eran celebrados, para ser más clara, en la calidez de la cocina de la abuela, en lo íntimo, entre mujeres, entre nosotras celebrábamos el tránsito de la otra y el propio. Algo similar sucedía cuando alguna de nosotras pasaba por una situación difícil, una enfermedad, una agresión… ¡Y miren que sufrimos fuertes agresiones!, cada una por separado o en grupo. Agresiones que todavía me duelen en cuerpo, me duelen en el espíritu, me duelen en todo, hasta en el mundo.
Lo que interpreté de aquellas experiencias devino en la noción de una red, una red que acompañaba, posibilitaba y enriquecía el tránsito y el movimiento de las mujeres. En mi mente comprendí esa red como un asunto infinito, como una construcción fundada durante la antigüedad y conectada hasta nuestros días a través los breves o prolongados espacios colectividad y comunidad creados por las mujeres. Esta perspectiva me hacía sentir feliz, satisfecha de sentirme unida infinitamente a una red de movimiento y lucha, sin embargo quedaban huecos en mi proceso.
De los que puedo identificar ahora, son los siguientes: los asuntos de las mujeres: fuerza, logros, tristezas, enojos, agresiones y más; debían ir más allá de los espacios de lo íntimo y que las redes que ella puede crear no tienen por qué limitarse a la diferencia sexual. Yo no estoy radicalmente peleada con el término mujer, ni con el término hombre, respeto y celebro que cada persona pueda reconocerse a sí misma dentro de alguno de estos dos términos si así lo desea, pero no me agradó que al nacer pensaran que yo era mujer y que eso debían decirme día con día, que debiera hacer las cosas de mujer y que todo tratara de encapsularme en esa particular forma de ser, la cual además está permeada por la desigualdad y la violencia. Creo que la dicotomía entre los constructos de mujer y hombre alimentan un antagonismo que lastima y enriquece esta desigualdad y esta violencia. A la vez que me parece una limitación no celebrar las redes, las luchas y la creación de comunidad entre mujeres, porque estás han logrado ya mucho en este mundo aún desigual y violento. El proyecto Tránsitos es a la vez un homenaje a las redes de mujeres tanto como una crítica a todo aquello que las hacen tan necesarias , para este proyecto estoy invitado a todas las mujeres a responder a esta carta para formar un archivo de biografías y a participar en la performance a realizarse el próximo 10 de septiembre del 2015 como parte de las actividades del Festival Internacional de Arte Acción Mujeres en Ruta en Querétaro, Querétaro. Quedan todas invitadas.
Enteramente,
Melissa García Aguirre
2 de septiembre del 2015